Despedida

Hace unos meses volví a este blog y le di forma, y empecé a publicar muy contenta. Resulto una experiencia intensa, un reto de esos que tanto me gustan aunque desde el primer momento se hizo patente que esta plataforma era un inconveniente para las personas con las que me he relacionado durante años en blogger. Aún así insistí, le había dedicado mucho tiempo y me daba pena renunciar al nuevo proyecto.
Sin embargo, finalmente he vuelto a mi blog de siempre y éste se ha quedado dormido hasta que se me ocurra algo que le devuelva a la vida. Todo se andará y ya encontraré la forma de hacer con él algo interesante. No es una despedida definitiva, que va, solo un hasta luego!!

Soy una persona nefelibata

Persona que está en la luna
imagen tomada de pixabay del autor 95C (https://pixabay.com/es/users/95c-484762)


Menuda palabra, nefelibata jajajajajaja. Parece ser que viene del griego antiguo y Rubén Darío la utilizó en su poesía.

Aquí, junto al mar latino,
digo la verdad:
Siento en roca, aceite y vino
yo mi antigüedad.

Oh, qué anciano soy, Dios santo,
Oh, qué anciano soy…
¿De dónde viene mi canto?
Y yo, ¿adónde voy?

El conocerme a mí mismo
ya me va costando
muchos momentos de abismo
y el cómo y el cuándo…

Y esta claridad latina,
¿de qué me sirvió
a la entrada de la mina
del yo y el no yo…?

Nefelibata contento
creo interpretar
las confidencias del viento,
la tierra y el mar…

Unas vagas confidencias
del ser y el no ser,
y fragmentos de conciencias
de ahora y ayer.

¨** ¡Eheu! de Rubén Darío ¨**

Según la RAE ser nefelibata es ser una persona soñadora, un rasgo de la personalidad con el que me identifico pues soy bastante dada a ello.
He de decir que en general no se vive mal siendo así, el problema es que como la imaginación es el motor de nuestra vida no somos personas de mucha acción, hay a quien se le va la fuerza por la boca dicen pero a mi se me va mirando al cielo, dándole vueltas en la cabeza a algo que me ha llamado la atención… vamos, soy la antítesis de las personas productivas pues me distraigo con enorme facilidad. Otro inconveniente es que no solemos ser puntuales por la misma razón, cuando estamos en nuestro propio mundo el reloj no corre a la velocidad normal y perdemos la noción del tiempo en bastantes ocasiones. Los que nos conocen bien y nos aprecian lo acaban aceptando, qué remedio, si naces nefelibata es muy difícil cambiar.
Pero bueno, también tenemos nuestro lado positivo ji,ji porque en general somos personas bastante empáticas, reflexionamos mucho sobre nosotros y sobre los demás por lo que no nos cuesta demasiado ponernos en el lugar del otro. Y además tenemos una visión bastante esperanzadora de la vida, que yo considero como algo positivo. Y un detalle más a añadir es que no solemos enfadarnos fácilmente, seguramente porque a menudo no nos tomamos el mundo muy en serio (tenemos el otro) y relativizamos mucho, lo que le quita hierro a cualquier asunto.



A la protectora de mi hogar

Mi dulce gatita
que a menudo caminas sigilosa
en busca de algo que ha captado tu atención
olfateas, indagas.. misterios que tú sabes encontrar
terca porque naciste así o tal vez te contagiaste de mi
no abandonas fácilmente lo que provoca tu curiosidad.


Tú y tu mundo particular es parte del alma de esta familia
pequeña presencia (en tamaño) que condiciona cada jornada
pues no sabes disimular y te entregas tal como eres
sin esperar aprobación o aplausos
ni condena de ningún tipo
juraría que desconoces eso que llamamos maldad.


Brillan tus pasos en el pasillo como baldosas que llevan a algún lugar
y hay una estela de ti misma que impregna la casa.
Al contemplar tu caminar osado creo ver el amor en forma
ese amor por la vida que de algún sitio extraes y siembras a tu paso
enjoyas estas cuatro paredes que son nuestro hogar
nos vistes de oro y estrellas cuando en la profundidad de esos ojos tu alma sonríe.

–Manchitas me enseña a diario que la vida es una aventura–

Esta es mi participación en el reto de Ginebra de este mes que se acaba: https://varietes-ginebra.blogspot.com/2023/05/totem.html

Imagen del fotógrafo Vladimir Fedotko
Imagen del fotógrafo Vladimir Fedotko



La vida en el pueblo

Yo no crecí en un pueblo pero de pequeña visitaba a menudo a mi abuela materna en Villapendi, en el valle de Turón (Asturias) y pude saborear algo de esa vida rural. Mi abuela no me contó mucho de su infancia pero mi madre sí. Vivió los últimos años de esa época en la que no había agua corriente en las casas y había que cogerla en las fuentes, lugares de mucha vida social pues como había que esperar casi siempre, a diario los vecinos charlaban animadamente durante la espera. Mi madre me contó que cuando era niña había dos fuentes en las inmediaciones, la Fuentina con su pequeño caño de agua que yo llegué a conocer y la Fuentona de caudal más abundante. Me contó también que ella iba a la Fuentina a coger agua en una lechera de forma habitual y aunque era niña y las conversaciones de los mayores no le interesaban demasiado nunca se aburría en ese lugar. La llegada del agua a las casas fue un gran avance y la lavadora aún más. Recuerdo en casa de mi abuela ese electrodoméstico de color verde en el que la ropa entraba por la parte de arriba, no la dejaba lista para tender como las de ahora pero decían que quitaba mucho trabajo. También recuerdo a mi abuela haciendo jabón, que no tenía olor pero que lavaba bien la ropa. No conocí a mi abuelo, era minero y murió por una explosión de  grisú en el año 63. Mi abuela arrastró durante mucho tiempo ese dolor y solía decirme que cuando yo nací (fui la primera de sus nietos) pudo al fin volver a sonreír.

En el pueblo la huerta era muy importante, no se iba al comercio todos los días a comprar como lo hacemos ahora y las verduras y los huevos eran de casa. Casi todo el mundo tenía gallinas, también conejos, e incluso cerdos. Recuerdo que el pan lo traía todos los días un hombre que venía a caballo, me caía bien, era de Mieres y lo saludaba cuando lo encontraba en mi localidad. La leche la vendía una vecina que vivía cuatro casas más allá de la de mi abuela, con ese olor tan peculiar que a mi no me gustaba nada jajajajajaja quién la pillara ahora, esa era auténtica de verdad.

Pasé mucho tiempo con mi abuela materna cuando era niña y aunque la ayudaba en todo lo que podía, lo que más hacía era jugar con los otros niños del pueblo. No había tanta vigilancia como en Mieres, en verano se hacia de noche y seguíamos jugando, y muchas puertas de las casas estaban abiertas, solo había que empujar o tirar de un cuerda que a la vez tiraba de un pestillo. Allí aprendí a subir a los árboles, a varear la lana de los colchones y muchas cosas más, teníamos pocos juguetes pero con la imaginación jugábamos a cualquier cosa que se nos pudiese ocurrir. Llegaba muchas veces a casa con las rodillas descalabradas y mi pobre abuela se disgustaba pero yo era feliz porque el mundo era una aventura, celebraba cada descubrimiento y anhelaba conocer más.

Qué lejos parece ahora esa vida, me pregunto si quedan lugares en los que se siga viviendo así, sin miedo al vecino y con niños que sin tener demasiado son felices.

He visto en youtube un vídeo que tiene el mismo título que esta publicación, es para promocionar un pueblo extremeño y me gustó, lo pongo a continuación: