La vida en el pueblo

Yo no crecí en un pueblo pero de pequeña visitaba a menudo a mi abuela materna en Villapendi, en el valle de Turón (Asturias) y pude saborear algo de esa vida rural. Mi abuela no me contó mucho de su infancia pero mi madre sí. Vivió los últimos años de esa época en la que no había agua corriente en las casas y había que cogerla en las fuentes, lugares de mucha vida social pues como había que esperar casi siempre, a diario los vecinos charlaban animadamente durante la espera. Mi madre me contó que cuando era niña había dos fuentes en las inmediaciones, la Fuentina con su pequeño caño de agua que yo llegué a conocer y la Fuentona de caudal más abundante. Me contó también que ella iba a la Fuentina a coger agua en una lechera de forma habitual y aunque era niña y las conversaciones de los mayores no le interesaban demasiado nunca se aburría en ese lugar. La llegada del agua a las casas fue un gran avance y la lavadora aún más. Recuerdo en casa de mi abuela ese electrodoméstico de color verde en el que la ropa entraba por la parte de arriba, no la dejaba lista para tender como las de ahora pero decían que quitaba mucho trabajo. También recuerdo a mi abuela haciendo jabón, que no tenía olor pero que lavaba bien la ropa. No conocí a mi abuelo, era minero y murió por una explosión de  grisú en el año 63. Mi abuela arrastró durante mucho tiempo ese dolor y solía decirme que cuando yo nací (fui la primera de sus nietos) pudo al fin volver a sonreír.

En el pueblo la huerta era muy importante, no se iba al comercio todos los días a comprar como lo hacemos ahora y las verduras y los huevos eran de casa. Casi todo el mundo tenía gallinas, también conejos, e incluso cerdos. Recuerdo que el pan lo traía todos los días un hombre que venía a caballo, me caía bien, era de Mieres y lo saludaba cuando lo encontraba en mi localidad. La leche la vendía una vecina que vivía cuatro casas más allá de la de mi abuela, con ese olor tan peculiar que a mi no me gustaba nada jajajajajaja quién la pillara ahora, esa era auténtica de verdad.

Pasé mucho tiempo con mi abuela materna cuando era niña y aunque la ayudaba en todo lo que podía, lo que más hacía era jugar con los otros niños del pueblo. No había tanta vigilancia como en Mieres, en verano se hacia de noche y seguíamos jugando, y muchas puertas de las casas estaban abiertas, solo había que empujar o tirar de un cuerda que a la vez tiraba de un pestillo. Allí aprendí a subir a los árboles, a varear la lana de los colchones y muchas cosas más, teníamos pocos juguetes pero con la imaginación jugábamos a cualquier cosa que se nos pudiese ocurrir. Llegaba muchas veces a casa con las rodillas descalabradas y mi pobre abuela se disgustaba pero yo era feliz porque el mundo era una aventura, celebraba cada descubrimiento y anhelaba conocer más.

Qué lejos parece ahora esa vida, me pregunto si quedan lugares en los que se siga viviendo así, sin miedo al vecino y con niños que sin tener demasiado son felices.

He visto en youtube un vídeo que tiene el mismo título que esta publicación, es para promocionar un pueblo extremeño y me gustó, lo pongo a continuación:




13 comentarios sobre “La vida en el pueblo

  1. hola ana! cuando era pequeño íbamos en verano a un pueblo del interior de cantabria. recuerdo las furgonetas de reparto de carne, pescado, frutas… y la leche recién ordeñada, no entraré en detalles poco aptos para estómagos sensibles. 😀
    la gente de los pueblos es muy sabia. por ejemplo, son capaces de predecir el tiempo con sólo mirar al cielo… yo respeto mucho a cualquier persona que sepa hacer algo que yo no sé. si a un tipo de ciudad le pones a cultivar hortalizas o a criar gallinas, a ver qué tal lo hace…
    en cuanto al tema agua corriente: el que quiere lavarse, encuentra la manera de hacerlo, eso lo tengo claro. 😉 en la edad media la higiene no destacaba, pero era más por temas religiosos o supersticiosos…
    besos!! :*

    1. Hola Chema, antes era típico los veranos en un pueblo para ver a la familia y cambiar de aires supongo. Yo vivía a pocos km. de mi abuela en una villa de 50.000 habitantes y había bastantes diferencias en el estilo de vida. La leche recién ordeñada daba repelús sí, jajajajajaja.
      Yo creo que las personas en los pueblos son sabias porque son muy observadoras, atentos al clima de cada estación miran el cielo, la temperatura… . Me hacen mucha gracia los refranes, todos tienen su porqué y los que se refieren al tiempo suelen ser muy acertados. Mis recuerdos de niña relatan la parte más idílica de esa vida pero el día a día como adulto tiene que ser dura, aunque imagino que habrá todo tipo de casos.
      Lo de no tener agua en las casas siempre me pareció algo insólito pero así era. Por suerte en mi zona había muchas fuentes y no había que ir muy lejos a por ella. Por lo que me han contado para bañarse se metían en una tina con poca agua para enjabonarse y luego se aclaraban, parece mentira que en tan pocas décadas se haya adelantado tanto. Por lo que sé también había zonas del rio Turón en las que la gente se bañaba, sin jabón imagino, más bien por refrescarse en épocas de calor.
      Cuando empecé a escribir pensaba hacerlo sobre mi abuela y al final ha salido la estampa de una época un tanto curiosa desde la óptica de hoy en día.
      Aprovecho para decirte que me encantó saber la forma de desplazarse en el mar en largas distancias, yo que soy de buscar la diagonal siempre para atajar ji,ji, pero le encuentro un punto poético a esa curvatura en el mar.

      Buena semana por delante Chema, besos!!

  2. Yo también iba a casa de unas tías abuelas en Asturias. Mi madre me contaba cosas de cuando era niña. Esa vida era dura pero mucho más real que la que vivimos ahora. Los pueblos pequeños eran como familias donde todos colaboraban. Ahora se ha perdido el contacto humano. Un beso

  3. La colaboración entre las familias era algo habitual sí y se apoyaban especialmente cuando había una desgracia, No sé como será ahora, hace muchos años que mi abuela se fue de ese pueblo y no volví, pero veo improbable que esa actitud se mantenga. Hemos avanzado en muchas cosas pero a nivel de trato humano creo que hemos retrocedido bastante en las últimas décadas.
    Me alegra verte por aquí, un abrazo y un beso Susana!!

  4. ¡Qué bucólico y entrañable te ha quedado esto ANA! precioso de verdad. Es cierto que la vida en los pueblos se vive a otro ritmo y mucho más hace unos años, por lo que cuentas. Yo no tengo familia en ningún pueblo, pero vivo en uno, que no es tan pequeñito como el dibujo que haces del de tu abuela, pero aun se respira ese aroma y mucho más cuando vas su entorno rural, donde todo el mundo tiene sus ovejas o cabras, gallinas y una ternerita o un cerdo… antes, donde ahora hay una ternera había tres o cuatro vacas, en algunas cosas hasta diez, tras la entrada en la UE y el desmantelamiento de todo el sector lácteo, las explotaciones familiares han desparecido, con la crisis del 2008 lo que se volvió es a esa economía de subsistencia con la que la gente se autoabastece como cuentas hacían todos antes. Debe ser precioso vivir esa infancia libre por el pueblo al lado de tu abuela, yo viví algo parecido cuando íbamos de vacaciones a Foz, un pueblecito marinero de la provincia de Lugo, veraneábamos allí desde que yo tenía 3 años y ese mes era para mi, como para ti las estancias con tu abuela, la libertad al más puro estilo de Huckleberry Finn, siempre en la calle, en la playa, con todos los niños del pueblo en pandilla, cuando en mi casa la vida era del cole a casa y de casa al cole .. allí todo el día al aire libre, colaborando con lo que fuera que hubiera que hacer en el campo jaja porque siempre me acoplaba con los aventureros del grupo y hacía lo que ellos tuvieran que hacer en sus casa, era como su mascota jajaja un día fui a recoger patatas y recuerdo que al llegar a casa le decía a mi madre… nadie sabe lo que cuesta sacar a estas cosas de la tierra, ella se partía de risa porque seguro que estuve una o dos horas como mucho y cogería un montoncito pequeño de patatas, pero yo se lo contaba como si hubiera recogido cien sacos : ) Todo el mundo debería tener la oportunidad de probar esa vida, porque hoy los niños crecen creyendo que la leche sale del tetrabrik ; )

    Un beso muy grande ANA, gracias por compartir estos preciosos recuerdos infantiles tuyos, espero que tu esguince vaya mejor : )

    1. En cuanto al desmantelamiento del sector lácteo y la desaparición de las pequeñas explotaciones sé bien de lo que hablas, es tal cual lo explicas. Tuve una niñez afortunada en general y escaparme a casa de mi abuela todos los fines de semana y veranos tuvo mucho que ver. A esa edad lo que te ofrecía un pueblo era una libertad impresionante, para bien o para mal, moratones y rasguños no faltaban pero risas y aventuras tampoco. Ayudábamos a los mayores en lo podíamos pero claro como te paso a ti con las patatas, tampoco dábamos para mucho, jajajajajaja.
      Me hubiese gustado que mi hija conociese algo de lo que yo viví, pero tardé muchos años en ser madre y el desfase con mi infancia ya era bestial. Creo que todos los niños deberían tener en algún momento un acercamiento a la vida rural y tomar contacto con otra forma de vida que cada vez es más inusual.
      Y respecto al esguince, hace unos días la traumatóloga me dio una noticia espléndida, no están comprometidos los ligamentos así que la recuperación va a ser mucho más rápida jajajajajaja.
      Te agradezco el interés y me alegra un montón que te haya gustado este relato del pasado. Besos María!!

  5. En el pueblo la vida es otra cosa. Yo también me crié en uno y lo visito a menudo para ver a mis padres. Los pueblos empezaron a perder encanto en cuanto empezaron a tener policía.:)

    1. Han cambiado muchas cosas, los pueblos en Asturias y supongo que en muchos otros sitios, se mueren. Sobreviven los que tienen algún gancho turístico y mantienen algo de vida durante el verano.
      Yo nunca volvía a Villapendi, ese lugar se quedó intacto en el recuerdo de esos años que marcaron mi niñez.
      Un abrazo y besos Cabrónidas!!

  6. Yo viví algo muy parecido en mi niñez. No era Asturias, sino un pueblo de Valladolid, pero en esencia se vivía lo mismo. Allí muchas puertas estaban abiertas, o solo necesitaban ser empujadas.

    Cuánta felicidad!!! Los niños vivíamos la niñez con otros niños a todas horas. Eso era genial….

    Un enorme abrazo, querida amiga!!!

    1. Me alegra tu visita Emilio, tuvimos suerte de vivir una época en la que jugar era lo natural y todo era curiosidad, y ganas de aventura, sin recelos porque eran lugares en los que todas las familias se conocían. Recuerdo que a los niños nos reñían como si fuesen nuestros padres, pero sabíamos bien quienes eran los gruñones y procurábamos guardar distancias, ji,ji, además también había personas tiernas que siempre tenían algún detalle con nosotros. También lo recuerdo con felicidad, lo bueno siempre ganaba a los pesares, que se iban volando.

      Un abrazo muy grande y besos amigo!!

  7. Hola Ana, ¡qué bella la presentación de este tu nuevo blog!. Me gustó muchísimo…Cuando terminé de leerte quedé con una sonrisa en los labios y, sabes ¿por qué?, porque a través de tu relato recordé a mi propia familia, a esas bellas añoranzas que tengo de mi abuela, de mi madre, de campos tan hermosos como el tuyo, pero ubicados al fin del mundo. Tuviste una niñez maravillosa, así, como yo tengo los más bellos recuerdos de una casita humilde de mi abuela, pero con cerezos, ciruelos y un mundo de cosas por descubrir. Recuerdo que salíamos con mis primas a explorar el campo. Caminábamos horas y no sentíamos el cansancio. El ruido del río que pasaba cerca era una delicia y, el sonido de los queltehues en el cielo nuestra compañía. Lo más delicioso era que encontrábamos manzanos,maqui, perales, frutos silvestres y comíamos de sus frutos…También te contaré que mi abuelo paterno fue minero y dos de mis tíos. Mi padre tenía pánico de la mina y se vino a la ciudad donde conoció a mi madre.
    Me encantó tu escrito. Recordar esa etapa de mi vida me hizo muy bien.
    Besos Ana

  8. Me alegra mucho que te haya gustado y saber que hemos compartido esas experiencias de la vida sencilla pero llena de emociones bellas, tan lejos y sin embargo lo que cuentas también forma parte de mis recuerdos. Los árboles frutales, los frutos silvestres… la naturaleza y sus regalos eran parte de esa vida, sí. No conocía a los queltehues y he buscado en la red, buenos centinelas que avisan de cualquier peligro en el entorno por lo que he visto.
    Mi padre tampoco quiso ser minero, cuando en mi país se le sacaba provecho a las minas de carbón había demasiados muertos, luego las condiciones mejoraron pero se decidió que no valía la pena mantenerlas.
    A mi también me ha encantado leerte, tengo una sonrisa en la cara desde hace un rato, lo que vivimos de alguna manera sentó las bases de lo que somos y tuvimos la fortuna de poder experimentar esa vida.

    Muchos besos Tatiana!!

  9. Me encanta esa infancia que has tenido. Para mí es como un paraíso perdido, algo que yo nunca he vivido, pero que imagino debe de ser muy hermoso. Es la vida Sencilla. Más plena; más viva; más armónica. Mucha gente me cuenta la paz que había en aquel modo de vida; duro, pero mucho menos exigente y precipitado que éste, además más cercano a lo natural. Me apunto el vídeo, por supuesto.
    Un gran abrazo, Ana!!

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